miércoles, 6 de mayo de 2020

Sometido



La vista de planchas de metal corrugadas, de madera y ladrillos rescatados estrechaba por ambos lados. Un brillante sol bien caliente se mantenía inmóvil en el cielo por encima de la pista Illia, en la sombra de que empezaba el día para 40,000 mil buenos villeros. Durante una racha de mucha humedad, salió un chico al camino principal por la escalera de mano, desde el espacio pequeño que ocupaba él a lado de la cocina de su madrina. 
Tan demacrada estaba su ropa que a cualquier otra persona, aún a uno habituado a este tipo de vida, le hubiera dado vergüenza salir a la calle durante el día en tal harapos. Sin embargo, este rincón en particular era de tal tipo que hubiera sido difícil llamar la atención a nadie por ropa. Con respecto a la proximidad a la estación terminal y a la población del barrio legítimo – la cual, en su mayor parte, se componía de burdeles, vendedores, prestamistas, artesanos, y abogados, y todos apiñados juntos entre las calles y callejones de Buenos Aires norte – con tal pintoresco lugar, hubiera sido raro sorprenderse al encontrar a un adolescente, como Diego, narcotraficante.  
Caminando hasta la puerta del honcho de Villa 51, cuchillo de cocina a mano, a pesar de su juventud, el tema en que pensaba menos, fue su ropa. <<¡Villano! ¿Cómo podés robárselo ? ¿Robárselo...?>>. No estaba pensado claramente mucho últimamente, hablando solo. Se sentía mal, lleno de determinación, pero punto de reventar.
Vivían adentro una cantina de tipo improvisado, en realidad, la madrina y el hermanito de Diego, en el centro de la villa. Un espacio aún más amplio que otros, pero que toda la gente usaba como comedor comunal. Diego se instalaba a lado de la cual, debajo un dosel de la ropa interior y las medias de la zona. Sin embargo, que la gente dejaba tanta la salsa de tomate rica como el queso mozzarella sobre los bancos, casi todos los días, y los restos de carne, bien achicharrados, fue lo bueno. Como lo recordarían años después el hermanito de Diego con la madrina, Noelia; además, al medio día se daba sopa desde el centro. Por otro lado, Noelia calculaba que faltaba poco <<que van a tomar toda la villa y legitimizarla>>. No obstante, Diego quería que se movieran a un sitio nuevo cerquita del exterior. Allá, Noelia le hablaba de poder hacer y vender pan de grasa a los viajeros entrando a la estación; allá podría aflojarse un poco y no estaría sometida al jaleo constante de la gente hambrienta de esa cantina. Ahora, cuando se paraba en la puerta del honcho, para Diego, se lo había vuelto claro. Por <<vender algo especial... algo que posea el honcho... algo que quiere la policía, que siempre pasa la entrada...>>, así se le había presentado un camino claro a poder adquirir ese querido sitio. De todos modos, casi no se notaba el olor, la humedad y el ruido que flotaba como una mezcla en su anexo endeble no registrado. Fue por los deseos de su madrina que solía caminar las callejones a la noche. Y el trecho que le guió hasta esta puerta.
<<Boludo, no tengo tiempo estar acá parado en mi puerta todo el día>>. <<Ya sé...>> le contestó Diego al honcho, habiendo determinado ya la ubicación del articulo y dónde guardara su llave detrás del televisor. <<Se van mañana los pibes al trabajo ese del flete estacionado en la terminal>>. Una treta. <<Me parece rebueno ¿Querés ir, Jorgito?>> – se flexionó un músculo del cuello – <<Bueno, si no, jefe, quedemos acá... che que buen armario tenés ahí, jefe. Grande.>> – frunció el ceño – <<Un buen lugar poner la ropa... y más, supongo, o quizás no ¿eh?>>. <<¡¿Y qué importa eso, imbécil?! Sí, iré mañana.>>, le interrumpió. 
Después de informarle de la hora a que iban <<los pibes>> a <<encontrarse>> en el terminal, le había respondido a Diego: <<Dale, veníte acá, idiota, una media hora antes, y si no estés, me voy sin vos, nene>> antes de cerrarle la puerta en la cara. Casi de vuelto a la cantina, exhaló <<es perfecto: llego una media hora tarde entonces, abro el armario.>> Comenzó a comer con Noelia y su hermano. <<¡Pero, qué malo soy! ¿Realmente lo haré?>>

Reseña: Una Isla Para Sí Mismo: La Historia de Seis Años en Una Isla Desierta (1966)

Lo que todos nosotros hemos soñado de hacer, de vez en cuando, Tom Neale, sí lo hizo: irse a vivir solo en una isla desierta.
Discutiendo la idea por años con amigos y con quienquiera lo escucharía mientras trabajaba como tendero en el sur del Pacifico, le llegó su momento de gloria cuando se presentó la oportunidad de reservar un pasaje. 
A pesar de haber leído muchos libros de sobrevivencia y de haberlo planeado, cuando, en la inmensidad del Pacific, lo dejan solo en Sawarrow, un atolón pequeñito en el grupo norte de las islas de Cook, está atormentado por el descubrimiento de que tendrá que batallar con toda la mente y el cuerpo a sobrevivir ahí.
Recomendado por el Lonely Planet como libro de lectura obligada a los viajeros de las Islas de Cook, Una Isla para Sí Mismo es una autobiografía de Tom Neale, cuyo reparto se compone también de los gatos, los cangrejos, los jabalís del islote del atolón donde vivió Tom durante seis años.
Aunque pasan tres capítulos antes de que se embarque, la historia se vuelve más interesante cuando llega al islote con toda la tarea de empezar de nuevo y establecerse ahì.
En partes, entra en muchos detalles el escritor sobre la comida y cómo él la preparó, tanto los varios usos y fases del coco hasta la construction del horno. Lo cual les dejará a los lectores o esperando mucho la historia que continue o muriéndose de hambre. Sin embargo, este aspecto servirá bien informar a los viajeros que se encuentren de este región del Pacifico, y por lo tanto es una buena incorporación. 
Curiosamente, dado que no tenga titulo el autor ni experiencia de escribir (no tiene otros libros publicados) profesionalmente, esta historia está estructurada bien y se sostiene por todos sus altibajos, acelerándose bien cuando Tom se enfrenta con enfermedad, un hueso roto, turbiones y un huracán desafiante en particular.
En fin, este libro tiene menos una moraleja sobre estar soltero, zarpar, ni la sobrevivencia, sino estar feliz consigo mismo sin los lujos y comodidades de hoydía, para alcanzar la felicidad.

Reseña (2014) Relatos Salvajes

<<Relatos salvajes>> (2014), de director y escritor Damián Szifrón, es un compendio de seis historias de violencia y crueldad con mucho humor negro. 
Todas las historias tienen el mismo espíritu de ironía y sarcasmo: la violencia y la naturaleza cruel y salvaje del ser humano, a pesar de los normas de conducta que supuestamente hacen del hombre un ser civilizado e inteligente. Las historias se llevan al extremo y logran arrancarles a cada actor principal de una actuación fuerte, emocionalmente y fiscalmente.
La franqueza de las películas en común de representar características de la vida Argentina (es decir, la de la provincia o de la ciudad de Buenos Aires – de la clase media, generalmente) suena convincente en partes. Especialmente, las temas de familia, de fiesta, de psicología, de <<bronca>> (rabia), de escándelo, de violencia, de asesinar, de ser víctima, de alegría, y de una necesidad de risas, se dan una fiel representación. Todo lo anterior se ve en escenas tantas como la locura boda con Érica Rivas, la furia automovilista y el crimen pasional con Leonardo Sbaraglia, hasta la importancia de la torta no negociable con Ricardo Darin y Nancy Duplaa, la escena de hijo vengativo con <<Pasternak>>, y de la alta sociedad corrupta con Oscar Martinez.
Unas historias son mejores que otras, pero todas las recomiendo como una forma de entretenimiento divertido. Cada una es intrigante y ningunas pierden velocidad; técnicamente tienen un buen nivel de producción, de buena calidad de filmación, y son fáciles mirar.
A mi juicio, si no son simplemente una forma de entretenimiento para cualquiera persona que va al cine, las historias, quizás, proveen a la gente Argentina de cierto tipo de catarsis que augura bien para una sociedad que una vez sufrió un pasado violenta y cruel al extremo.

Resumen de La «transición a la democracia» en la Argentina frente a las cristalizaciones de la memoria (Franco, 2015)

En este trabajo de investigación Franco revisa la transición Argentina a la democracia tras la última dictadura. El autor hace referencia a estudios sobre tal período para debatir el proceso como estrictamente progresivo y constante hacia la democracia. La investigación concentra en unos elementos hacia el fin del régime hasta la condena de los comandantes militares (1983 – 1985) para encontrar lo contrario: que no fuera tan fluida la transición como se recuerde o se han reportado.
La voluntad de Raúl Alfonsín defender los derechos humanos en medio de arreglar salida electoral por las Fuerzas Armadas, y la opinión pública, en vista de la situación económica, fueron factores influyentes de la tambaleante transición. La polémica a turno de los desaparecidos se enfatiza como impedimento para la democracia: que no se lograría un <<estable>> futuro gobierno si el debate de las violaciones del estado quedara así inacabado. Específicamente, se da la obstinación de las Fuerzas Armadas de no reconocer los errores ni publicar las listas de muertos a pedido de los partidos políticos ante el fervor de Alfonsín, futuro presidente, que arreglaba a la linea de los derechos humanos las condiciones de la salida. Se quería que los crímenes fueran investigados y juzgados. Esto se menciona como una necesidad creciente que está en correspondencia con el gran número de cuerpos de <<subversivos>>, en entierros clandestinos, que entonces salía en las noticias. También, a todo esto, la iglesia católica se cita no denunciar las violaciones sino pedir el arrepentimiento de los pecados cometidos por dos lados. Además, el articulo da el hecho de que no había para el público Argentino un discurso global sobre <<la represión>>, o <<genocidio>>, como él de hoy. Más bien el tema fue mezclado con otros de Las Malvinas y la gravísima situación economía, que se ejemplifique de los pocos jóvenes del país (4,61%) que expresaban la necesidad de investigar los crímenes, según una encuesta en el Tiempo Argentino (TA, 11/03/83). Por último, el articulo se destaca un documento que supuestamente dejó el diálogo agotado hasta la condena en 1985: la Junta Militar dio <<la palabra final>> sobre los desaparecidos en un documento, y admitió insuficientemente los crímenes del estado en él. Esto no brindó una transición fácil para Argentina. 

Estes factores, entonces, contribuyen a la idea de que el cambio a la democracia en Argentina como un proceso así fundamental, indicado en previo trabajo, pero frustrado por la urgencia de la situación socioeconómica y por como se negociaba, fue gradual y irregular. Lo cual está en contraste con como se quede en la <<memoria social>>, según el autor, como una rápida expansión a un clima antidictatorial y un rápido derrumbe de la dictadura.

Carta de Renuncia


Guión: Hormiga y Luz (cuento de hada)